Miguel Delibes, viajero de un Seat 1500

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Publicado abril 18, 2021



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Miguel Delibes, viajero de un Seat 1500

Miguel Delibes, viajero de un Seat 1500 | Noticias El Día de Valladolid

Miguel Delibes, viajero de un Seat 1500

Javier Martínez

La pasión por los viajes del escritor, que según sus hijos no es tal, sino que fue más bien inducida y acrecentada por su esposa Ángeles de Castro, está muy vinculada a su relación con los automóviles

Delibes lava con mimo su Seat 1500 a finales de los años sesenta. – Foto: Fundación Miguel Delibes

Cuando se está celebrando el centenario del nacimiento de un escritor de la talla de Miguel Delibes (1920-2010) se cae en el riesgo de ser tan reiterativo que el común de lectores y oyentes de los medios de comunicación puede llegar a aborrecer al personaje que trata de homenajearse. Esta es al menos la tesis que sostiene Javier Marías sobre la celebración de conmemoraciones culturales institucionalizadas en fechas redondas de aniversario. 

Como puede que algo de razón lleve el polémico escritor, no nos dedicaremos aquí a glosar la amplitud de la obra del vallisoletano, su apasionado trabajo periodístico, su oficio notarial de la lengua rural castellana o su fina capacidad de análisis y velada crítica de la sociedad de su tiempo, siempre bajo la amenaza de la censura. En realidad, lo que haremos será comentar un aspecto más anecdótico de su vida como fue su pasión por los viajes, que según sus hijos no es tal, sino que fue más bien inducida y acrecentada por su esposa Ángeles de Castro y, por ende, su relación con el automóvil. 

Siendo Delibes una persona tan integrada y partícipe en la vida vallisoletana parece lógico pensar que su primera relación con la automoción viniese de la mano de Renault, cuyos vehículos, concretamente el famoso 4 CV, popularmente conocido como 4/4, se comenzó a fabricar en Valladolid en 1953, gracias a los auspicios de un grupo de inversores privados capitaneados por el ingeniero militar Manuel Jiménez-Alfaro Alaminos que deseaban dotar a Valladolid de una industria moderna generadora de empleo y riqueza y, al mismo tiempo, proporcionar al mercado español un automóvil robusto y económico que pudiese sustituir al obsoleto y baqueteado parque móvil rodante que, en su mayor parte, databa de bastante antes del conflicto civil. 

El Seat 1500 de Miguel Delibes durante la práctica de una de sus aficiones favoritas: la caza.El Seat 1500 de Miguel Delibes durante la práctica de una de sus aficiones favoritas: la caza. – Foto: Fundación Miguel DelibesAsí fue en efecto. El propio Miguel Delibes lo recordaba en una emotiva carta a Carmen Rodríguez, sobrina-nieta de uno de los fundadores de la fábrica, reproducida en el interesante libro FASA y el 4/4 que El Mundo Valladolid editó en 2007. Él personalmente había entrevistado a Manuel Jiménez-Alfaro para El Norte de Castilla, el rotativo del que fue director entre 1958 y 1963, en su edición del 29 de junio de 1953, pocos días antes de la salida de la fábrica de los primeros coches el 12 de agosto, despejando todos los rumores e incertidumbres del complicado arranque de producción.

El producto del trabajo de Jiménez-Alfaro y sus asociados, el Renault 4/4, era para Delibes un ‘haiguita’, por su aire de gran berlina estadounidense, encogida a un tamaño, consumo y economía de mantenimiento acordes con la realidad de la posguerra europea, lo que le hizo ser un vehículo muy difundido en su Francia natal y bastante popular en la España de la época. La relación con la marca no terminó con la entrevista puesto que el propio Delibes recuerda en la carta como su padre fue uno de los primeros pequeños accionistas de la filial española de Renault. 

Pero, aparte de económica y periodística, la relación con Renault llegó también a ser ‘practica’, es decir, a llevar al escritor a ponerse a los mandos de un Renault 4/4, primero en el ámbito profesional, según reconoce en la misiva, insistiendo a Fernando Altés Villanueva, editor de El Norte de Castilla en ese momento y al que enseñó a conducir, para adquirir una unidad que diese mayor rapidez a los desplazamientos del personal del diario y, finalmente, tras haberla probado en un viaje a la costa cantábrica, a Suances, acabar adquiriendo otro para su familia, el símbolo que «los sacó de pobres», como reconoce Delibes con humor. El vehículo proporcionaría sin duda una buena ayuda a don Miguel en sus desplazamientos por la Tierras de Campos, su apreciada Cantabria o su querido Sedano (Burgos), que se convirtió en lugar de veraneo, luego segunda residencia y fuente de inspiración literaria, puesto que su paisaje y paisanaje quedaron incorporados al universo literario del autor. 

Miguel Delibes junto al fundador de FASA, Manuel Jiménez-Alfaro, probablemente el día de la entrevista publicada en ‘El Norte de Castilla’ el 29 de junio de 1953.Miguel Delibes junto al fundador de FASA, Manuel Jiménez-Alfaro, probablemente el día de la entrevista publicada en ‘El Norte de Castilla’ el 29 de junio de 1953. – Foto: Fundación Miguel DelibesTuvo ocasión además de utilizar el escritor otros de los no excesivos productos que el mercado ofrecía a los automovilistas de la época. Se conservan imágenes de Delibes con cuatro de sus siete hijos disfrutando en periodo vacacional de las reviradas carreteras de montaña de Mallorca en un Seat 600 D descapotable. El popular vehículo, que protagonizó la motorización total y definitiva de España durante su periodo de fabricación entre 1957 y 1973, se convirtió además en el símbolo de modernidad y de aspiración de movilidad, de progreso y también de cambio de la clase media española del momento. Hasta tal punto, que ese carácter simbólico quedó perfectamente recogido en una de las obras más conocidas del autor, Cinco horas con Mario, publicada en diciembre de 1966. Carmen Sotillo, la esposa que vela a su marido recién fallecido, repasa las aspiraciones y frustraciones de toda una vida, entre las que se encuentra la de que su marido no haya tenido la ambición suficiente ni haya sabido ahorrar lo necesario para poder adquirir un Seat 600, «Mario, si un Seiscientos lo tienen hoy hasta las porteras, pero si les llaman ombligos, cariño, ¿no lo sabías?, porque dicen que los tiene todo el mundo». 

Aún más amarga es la queja de Carmen al fallecido Mario Díez Collado en relación con las ayudas financieras a su cuñada: «Si pones peseta a peseta, una detrás de otra lo que Encarna representa, mañana un Seiscientos, Mario, ¡qué digo!, un Milquinientos, y puede que me quede corta». La lujosa berlina Seat 1500, producida entre 1963 y 1972, se convierte en objeto de deseo y marca de ‘estatus’ también en la tertulia intelectual de la que el fallecido catedrático formaba parte: «Mira don Nicolás, consejos vendo y para mí no tengo, un Milquinientos, que es lo que yo digo, una cosa es predicar y otra dar trigo». Y prosigue el argumento: «si tú te lo propones, un Gordini, a ver, y no quito ni tanto así». El siguiente producto de Renault, el Gordini, la mejora del Dauphine que sustituyó a su vez al Renault 4/4, hubiese cubierto aún mejor los anhelos de motorización y ascenso social de Carmen que el sencillo Seat 600, situado en un segmento casi a la par que el Citroën 2 CV de Higinio Oyarzun, al parecer envidiado propietario, según Carmen, por parte de los otros miembros de la tertulia y a bastante distancia del flamante Citroën DS/ID Tiburón rojo de Paco Álvarez que, junto con el «tabaco rubio y la colonia de fricción», poseen para Carmen el indudable aroma del éxito económico de los años del desarrollismo.

nuevo coche. Pero estas son quejas que no pudo recibir Miguel Delibes en la vida real ya que, en un momento de apogeo personal y literario, adquirió un Seat 1500, matrícula VA-37.301, en la primavera de 1967. La significación del nuevo automóvil no es tanto el salto en comodidad y potencia con respecto a los vehículos anteriores, sino que le permitió, en una época con muchas menos facilidades para viajar que la actual, ampliar el circulo de desplazamientos y curiosidades del escritor. Así, en la primavera de 1968 viajó en él a Checoslovaquia acompañado de su esposa e invitado por la Universidad Jan Evangelista Purkyne de Brno, que hoy ha recuperado su antiguo nombre de Universidad Masaryk, y por la Universidad Carolina de Praga para pronunciar unas conferencias sobre novela española. 

El escritor se dispone a entrar en su Seat 1500 de 1967, el mismo que en el año 1968 le llevó a recorrer la desaparecida Checoslovaquia.El escritor se dispone a entrar en su Seat 1500 de 1967, el mismo que en el año 1968 le llevó a recorrer la desaparecida Checoslovaquia. – Foto: Fundación Miguel DelibesEl periplo de dos semanas realizado en el Seat 1500 por lo que hoy es la República Checa permitió a Delibes conocer la realidad del bloque del Este en un momento de cierto deshielo, la Primavera de Praga iniciada en enero de ese año cuando el reformista Alexander Dub?ek fue elegido Primer Secretario del Partido Comunista de Checoslovaquia, pero de efímera duración al ser cortada de raíz por la intervención de las tropas del Pacto de Varsovia lideradas por los soviéticos a finales de agosto, liquidando así cualquier posible intento de apertura en el que, quizás, era el flanco más débil y occidentalizado del bloque comunista. 

Las reflexiones e impresiones del escritor sobre el viaje se plasmaron en una serie de artículos por entregas en la revista Triunfo de Madrid iniciada   el 25 de mayo de 1968 y concluida el 29 de junio de 1968. Las vivencias del viaje serían empleadas también para un libro titulado: La Primavera de Praga que describe con gran precisión los acontecimientos y esperanzas abiertas durante aquellos meses. Cuando los tanques rusos irrumpieron en Praga el libro se encontraba ya en imprenta y Delibes no quiso modificarlo, únicamente añadió una dedicatoria: «Vayan, pues, estas páginas en homenaje al sufrido y heroico pueblo checoslovaco y a cuantos pueblos, a lo largo de la Historia, vieron sus voces sofocadas por el inhumano argumento de la fuerza».

Aquellas experiencias sirvieron a Delibes para escribir la novela Parábola del náufrago, publicada en 1969. La obra es ciertamente atípica dentro de la producción literaria de Delibes. A través de Jacinto San José, un perito calígrafo con ecos de Kafka y en un ambiente distópico muy orwelliano, Delibes despliega una sátira amarga y con algún tinte paródico, sobre la burocracia, la libertad individual, el control de la información o la alienación personal en las sociedades totalitarias. 

El Seat 1500 acompañó a don Miguel en más viajes y en muchos días de caza, otra de sus pasiones que dio lugar a inolvidables páginas de excelente prosa.  En los años posteriores realizaría más viajes, como los recogidos en Dos viajes en automóvil: Suecia y Países Bajos, publicado en 1982, y en el que Delibes introduce una interesante reflexión sobre su preferencia por los viajes en coche, más que por la propia conducción: «El viaje en automóvil, con varios conductores que se turnen, es para mí el medio ideal de viajar. En coche he visitado Praga, he llegado a Yugoslavia y he subido casi, casi, hasta el casquete polar. De acuerdo, el avión es más rápido, pero elimina de entrada la transición, y viajar es ir cambiando paulatinamente de paisaje y paisanaje, ir interponiendo vistas entre nuestro punto de partida y de destino. En cualquier caso, un proceso: saber de dónde venimos e ir desvelando gradualmente adónde vamos».

Llegaron después a la vida del escritor otros vehículos, Seat y de otras marcas, pero quizás ninguno tuvo ya la significación personal y familiar de estos primigenios Renault y Seat. Pese a todo, quizás don Miguel prefirió siempre la bicicleta, recordando los cien kilómetros que recorría en su juventud cuando veraneaba en Molledo, localidad cántabra que inspiró su novela El Camino, y acudía a la ya citada Sedano, a visitar a una chica veraneante que, tiempo después, se convertiría en su esposa, como recuerda el escritor en el delicioso relato Mi querida bicicleta, tercero de los que conforman Mi vida al aire libre, obra publicada en 1989. 

Mientras la obra de Delibes continúa siendo apreciada y releída, el Seat 1500 que paseó al autor por las llanuras cerealistas preñadas de codornices y por las geografías centroeuropeas de los tiempos del telón de acero permanece arrumbado a la espera de rescate en Santovenia de Pisuerga, según informaba el interesante y recomendable blog de historia de Valladolid Vallisoletvm en una entrada de abril de 2012, quizás merecedor de un mejor destino, tanto por la relevancia de su propietario como por la trascendencia que tuvo en su obra literaria.



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